Elizabeth estaba aburrida en su casa, se rascaba la cabeza sin saber que hacer, el día estaba lluvioso y eso le impedía salir a jugar fuera. Se rascó la cabeza pensativa, y fue al almacén de su padre a ver si encontraba algo, tras revolver en sus papeles encontró una caja un tanto misteriosa era brillante… ¡reluciente! Sus ojos chispearon y la cogió ansiosa. Cuando la abrió la habitación se inundó de mil colores, y las paredes ya no estaban duras ni ásperas, eran suaves y finas, algunas partes… ¡se quedaron blancas! Entonces Elizabeth agarró con impaciencia una brocha y comenzó a pintar. Primero hizo unas colinas con un columpio, después añadió a una niña de ojos marrones con unos bucles cobrizos, que eran tan largos que rodeaban al sol y tenían tanta fuerza que podían llevarlo por todos los lugares que recorría, así todos los días eran luminosos y siempre, siempre se podía jugar en la calle.
Elizabeth nunca dejó que las ceras no formasen parte de sus manos, y siembre llevaba un cuaderno bajo el brazo. A medida que el sol la atardecía cada día de su vida, sus dedos se hacían más largos y más hábiles. Y ella dibujaba todas y cada una de las formas que imaginaba.
Una tarde se dio cuenta de que no sólo era capaz de colorear prados, niños, globos… sino que también podía colorear un corazón humano.
Así es como Elizabeth comenzó a pincelar sus primeros pasos hasta el día de hoy.
Ahora se encuentra observando aquella caja metálica que fue su globo aerostático hasta su mundo de colores. Que gracias a ella aprendió que el color rojo sirve para hacer las mejillas más bonitas, ¡y no sólo eso!, también descubrió que pintar su vida fue la forma más especial de guardar su inocencia.
Ahora se encuentra observando aquella caja metálica que fue su globo aerostático hasta su mundo de colores. Que gracias a ella aprendió que el color rojo sirve para hacer las mejillas más bonitas, ¡y no sólo eso!, también descubrió que pintar su vida fue la forma más especial de guardar su inocencia.
Y yo sé que la pequeña Elizabeth que inventaba paisajes y columpios está escondida en lo más profundo de su alma, y que sólo la deja salir a través de la yema de sus dedos.
Feliz Cumpleaños Mamá.