lunes, 16 de abril de 2012

Se llamaba Charlotte, pero le gustaba más Charlie.

Así como mi estúpida manía de querer arrastrar inútilmente esa parte de mi pasado que eres tú. Como si por pensarte pudiera crear el contorno de tu cuerpo, y aparecieras. Tus ojos se presentarían a los míos, como hicieron una vez.
Y sentada como estoy, observo la ventanilla, si te soy sincera hubo un instante en el que realmente pensé que vendrías conmigo, que había llegado el momento en el que no te importaba dejarlo todo y largarte. Tocaba esa escena que sale en las películas, aquella donde sacas la maleta y coges lo primero que veas en el armario, y te vienes conmigo.
Pero ya ves, que no fue suficiente el centelleo de mis ojos, ni que mis labios te gritaran ¡Seamos insensatos por una vez! ¿Una? Debí equivocarme, creo haberte arrastrado más de una y mil veces a la insensatez, rozando la irracionalidad. Y tú, me culpabas de ello constantemente, repetías que te hacía perder la cabeza y que un día acabaría contigo, o con los dos.
Posiblemente esta vez me pasé, me salí de la raya, o en mejores términos, sobrepasé lo que era “políticamente correcto”, a pesar de que siempre hacíamos caso omiso a todo lo que conlleva esa expresión.
Pero créeme que mi pulso iba a cien por hora cuando compré los pasajes, hice la maleta y me encaminé a tu puerta sin pensármelo dos veces. Si me permites justificarme, más de una vez leí en tus palabras como maldecías indirectamente la realidad que padecemos, por eso no me pareció una locura, un delirio… Y si lo hubiera sido, ¿qué?
Pero al fin y al cabo, debí habérmelo figurado,  tu curiosidad se extinguió hace tiempo. Puede que yo agotara toda emoción y euforia que tenías, por conocer otros mundos. No sólo lo pienso ahora, ¿sabes? Era uno de mis mayores temores, agotar todo ese deseo con mi rutina frenética por beberme el mundo, o beberte a ti, como si fueras una fuente de elixir eterna. Y cuando te lo decía, cuando te transmitía todas mis inquietudes, tú bromeabas recordándome la frase que yo te dije al apenas conocernos: Que hay otros mundos debajo de mi falda. Como si éste fuera suficiente.
Mientras tanto, yo estoy aquí, recordándote como si pudiera traerte conmigo, o como si con mis palabras pudiera convencerte. Tal vez sea porque ahora mismo no me visualizo a mí sola enfrentándome a otra realidad, o quizás sea tan sólo que se me hará extraño, el hecho de que cuando proponga hacer un desatino, no vea una sonrisa torcida, ni un suspiro acompañado de un ladeo de cabeza, y aún se me hará más extraño no lidiar con la impuntualidad, con la ropa tirada, con la nevera vacía sin dulces… Y todavía será más extraño no sentir tus manos colocadas en mi hombro y oír tu voz al escuchar, cálmate y cuéntamelo todo.
Porque cuando aterrice el avión será como si ya no existieses. Todo porque no pude arrastrarte a mi presente. 

2 comentarios:

  1. Un texto lleno de emoción y sentimiento. Es cierto, vivimos con una realidad y nos aferramos a ella. En cuanto cambia, se nos hace difícil seguir y se nos hace extraño vernos en otros brazos.
    Te sigo, definitivamente. Y ¿leeré más cosas sobre Charlie?
    Besos agridulces♥

    ResponderEliminar
  2. Me gusta mucho este blog y esta nueva historia de Charlie, espero leer más. ¡Ya mismo te sigo!

    ResponderEliminar